Mi querido tacaño: "Me dijo: quédate con el cubo de agua, podría ahorrarme dos descargas".

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Un deseo de control y retención, una incapacidad para ceder en todo el sentido de la palabra... Estar cerca de una persona tacaña es una fuente de inmenso sufrimiento. La energía que gastan ahorrando agota y lastima a otros, pero eso no importa: vivir solo, para algunos, es preferible a la idea de tener que compartir, apoyar y complacer. En este episodio, Audrey, de 25 años, recién graduada en marketing, terminó dejando a su ex después de una serie de escenas traumáticas donde el ahorro se antepuso a los sentimientos románticos.
Cuando conocí a mi pareja, que por aquel entonces tenía 27 años, él aún vivía con sus padres. Yo tenía 24 y ya trabajaba, así que siempre nos veíamos en mi casa. Cuando venía por la noche, nunca traía nada de comer ni de beber. Cuando nos invitaban a casa de amigos, nunca se le ocurría comprar una botella, así que siempre acababa llevándome una para los dos. Le parecía normal que lo comprara todo, aunque estaba en un programa de estudio y trabajo, ganando 1000 € al mes, sin la manutención de mis padres y sin pagar el alquiler. Nunca salía de casa para no gastar, y no le daba ninguna vergüenza. Durante esa época, a veces comía pasta porque ya le había pagado el resto del mes.
"Después de once meses de relación
Libération